El tema parece banal, pero no lo es. En efecto: ¿cómo limpio mi reloj que no es sumergible, si no es resistente al agua? En aquellos modelos de 50, 100, 200 metros o incluso más de sumergibilidad, no hay problema: simplemente ponemos el reloj bajo el grifo, lo frotamos con jabón, y listo. Más o menos como hacemos con las gafas, pulseras, y artículos parecidos.
Y es que el problema higiénico con los relojes no es moco de pavo: llevándolos todo el día (¡incluso hay gente que se pasa la noche durmiendo con ellos!), acumulan suciedad, sudor, escamas de piel muerta, y acaba siendo un peligroso campo selvático ideal para el cultivo de todo tipo de microorganismos. Muchos miran hasta los rincones de sus encimeras o de sus casas en busca de la menor mota de polvo, e incluso usan detergentes con agentes antibacterianos para su vajilla y sus baños, y no se dan cuenta que llevan consigo, colgado en su muñeca, todo un ejército de bacterias que pueden llegar a ser tanto o más peligrosas.
Sobre todo los que usan G-Shock o Baby-G, con biseles bajo los cuales pueden acumularse restos de todo tipo en una húmeda atmósfera ideal (¡y bien protegida, bajo nuestras mangas!) para el desarrollo de estos indeseables huéspedes, deberían tener en consideración y en cuenta muy mucho este aspecto, y realizar una limpieza no solo poniendo el reloj bajo el grifo (¡ah!, ¡qué bien le sienta un baño fresquito de cuando en cuando a todos esos perniciosos microorganismos!), sino incidiendo por todos esos recovecos y, tras unos pocos meses de uso, desarmándolo. Esto va también para los que usan armis (sobre todo si éste es de chapas dobladas).
Pero los que usan todos esos Casio que no pueden adecentar, cuidar ni limpiar y asear como sí puede hacer los dueños de los G-Shock y Baby-G de 200 metros de resistencia al agua, ¿cómo se las arreglan?
Bueno, por suerte la mayoría de estos relojes recovecos no tienen muchos (recordemos sin más los F-91, F-94 y similares), pero eso no quiere decir que se termine ahí el problema, porque sus pulsadores, en el caso de digitales, y sus coronas, en los casos de muchos de los analógicos, siguen siendo componentes donde suele acumularse suciedad. Eso sin mencionar las traseras.
Pero como estos relojes no pueden tocar el agua (ni nada que tenga agua, como detergentes), ni, por supuesto, sus cajas y piezas toleran otros líquidos más agresivos, como lejía o acetonas, debemos buscar algo que sí podamos usar para eliminar grasa y suciedad pegada y que, a la vez, no dañe el reloj. Ya te imaginas lo que es: sí, en efecto, el 2-Propanol, popularmente conocido como alcohol isopropílico. Se trata de uno de los pocos productos con los que podemos estar seguros de no dañar el reloj, que se lleva utilizando prácticamente toda la vida para circuitos electrónicos (y para limpieza de electrónica en general, por ejemplo para placas de teléfonos móviles), y que, gracias a su potencia desinfectante, podemos asegurar una limpieza y asepsia de nuestro reloj.
El problema con el 2-Propanol es que habitualmente no es fácil de encontrar, ya que su uso se haya restringuido al ambiente químico y sanitario, por lo que muy probablemente no te lo dispensen (ni siquiera lo encuentres) en tu farmacia habitual. Si esto es así, podemos recurrir a soluciones intermedias, en el mercado existen múltiples preparados con este tipo de alcohol que se presentan en forma de toallitas o sprays. Para usarlas, debemos asegurarnos que el porcentaje de 2-Propanol sea elevado (al menos el 70% de la preparación) y, una vez eliminada la suciedad con un paño húmedo de nuestro reloj no resistente al agua, limpiarlo con un producto de ese tipo, si no podemos recurrir al 2-Propanol.
Por cierto, y ya como hemos dicho en este mismo blog muchas veces, el 2-Propanol es altamente inflamable y tóxico, por lo que su uso y manipulación hay que realizarla con mucho cuidado. Además, debido a su elevado grado de evaporación, puede causar quemaduras químicas en la piel sin que nos demos apenas cuenta. Siempre que lo manipulemos, por lo tanto, deberemos usar guantes y gafas (los vapores pueden dañar los ojos y las vías respiratorias). Y procurar cerrar lo más pronto el bote y no limpiar el reloj con el bote abierto, una mala praxis que por desgracia muchos siguen cometiendo.
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